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Testimonio Rocío | 26 años

 Rocío, de 26 años, se encuentra en Palermo (Italia) realizando el proyecto “Able Like You” del Servicio Voluntario Europeo a través de MUNDUS. “Aquí se llora dos veces, la primera cuando llegas y la segunda cuando tienes que irte, ¡y estoy segura de ello!”, comentá al final de un texto en el que explora su evolución personal y profesional.

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Hola, mi nombre es Rocío, soy de Alicante (España) y actualmente realizo el SVE en
Palermo. La experiencia de éste SVE es muy importante para mí debido a que es la primera vez en mis 26 años que viajo al extranjero para vivir y trabajar en una ciudad desconocida.

La primera impresión de la ciudad fue de suciedad y demasiado tráfico, sin embargo, el encanto y la amabilidad de las personas me ha hecho sentirme muy integrada, dándole más importancia a ese sentido humano. A demás, existen bellos rincones como casas apiñadas y playas en Sicilia que merecen la pena visitar, al igual que muchos alimentos Sicilianos que son de buen gusto conocer.

Es la primera vez que comparto piso y es una experiencia realmente fascinante. Convivo con personas de diversas culturas que jamás había conocido, y por ello estoy conociendo otros modos de vida y otros puntos de vista hacia la vida. Para mí la comunicación es difícil porque la mayoría de personas voluntarias hablan inglés y yo no, pero he podido comprobar que mediante la comunicación no verbal transmitimos más de lo que creemos, y además comunicamos mejor nuestras emociones. La convivencia intercultural es muy importante, ya que ejercitamos y transmitimos entre nosotros el respeto y la tolerancia, la diversidad cultural permite empatizar con las diversas realidades que cada persona siente y vive.

Mi trabajo voluntario lo realizo en un centro dirigido a personas con discapacidad intelectual. Es una intervención que ya había realizado en España y que adoro, pero aun así tenía ciertos miedos. Es un trabajo difícil, debes ser muy activo, comprensivo, paciente y comunicador. Es un agrado para mí poder decir que desde el primer día me he sentido muy aceptada y acogida, es un trabajo muy gratificante porque la compañía, el interés por conocerse y aprender de los otros y las ganas de hacer reír son recíprocos entre todos nosotros. En el centro se realizan actividades que permiten potenciar las capacidades de las personas, los resultados de los talleres son maravillosos. Entonces, las personas entienden que poseen mucha utilidad y un valor único e irrepetible, esto me hace sentir muy productiva. Además, estoy aprendiendo mucho de mi profesión de intervención social que me servirá para mi futuro profesional.

En definitiva es una experiencia que debería vivir toda persona, porque genera muchos cambios personales y proporciona enriquecimiento humano y profesional. Algunas personas de Palermo dicen que aquí “se llora dos veces, la primera cuando llegas y la segunda cuando tienes que irte”, ¡y estoy segura de ello!