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Testimonio Inés Salamanca | 19 años

Mi nombre es Inés y tengo 19 años, hace poco acabé mi voluntariado europeo de ocho meses en Alemania, concretamente Jena que esta al este, a tres horas de Berlín. Mi voluntariado ha consistido en estar en un centro juvenil y participar en los talleres que ofrecían.  Como en todas las experiencias, la mía ha tenido cosas buenas y cosas malas.

Empezaré por las cosas buenas. Empezando por lo obvio, he conocido muchísima gente de todos los países, y lo más importante para mi es que conocí e hice muchos amigos alemanes (cosa que todo el mundo dice que es muy difícil), amigos, con los que aún tengo contacto. He aprendido a afrontar diferentes situaciones (ya sé que es muy obvio, pero empecé el voluntariado a los 18 años), y sobre todo, he aprendido a decir lo que no me parecía bien y lo que si.

Y ha llegado la hora de las cosas no tan buenas. Creo que este es un apartado que mucha gente olvida, es normal, siempre tendemos a recordar antes lo bueno, pero personalmente, creo que la gente que quiere realizar un voluntariado necesita saber las cosas que se puede a encontrar. En mi caso, en el sitio donde trabajaba, es decir, el centro juvenil, no todos los trabajadores tenían muy claro que es un voluntario, y normalmente acababa haciendo el trabajo que los trabajadores no querían hacer. Jamas había estudiado Alemán, y al empezar el voluntariado hice un curso que no se adaptaba a mi nivel, por lo tanto no pude aprender mucho. En el centro rara vez traducían al inglés las reuniones, ni las cosas importantes, simplemente se limitaban a traducir lo que querían que yo hiciera, cosa que después derivaba a que no sabia muy bien qué pasaba. Mi tutor no fue especialmente responsable de que yo entendiera y estuviera bien, ya que trabajaba menos de la mitad de las horas que yo hacía en el centro y no hablábamos mucho (solo hicimos tres reuniones en ocho meses, y porque se las pedí insistentemente).

Es importante mencionar que dentro del centro, había un chico de mi misma edad que hacía un BFD, que viene a ser un voluntariado alemán, gracias a él podía entender un poco más qué pasaba, y finalmente se convirtió en uno de mis mejores amigos.

Sé que mi experiencia no ha sido la mejor, y muchas cosas podrían haber sido mejores, pero después de todo, si alguien me pregunta si lo haría otra vez, mi respuesta sería un gran SI, porque he aprendido muchas cosas que de otra forma no hubiera aprendido. Y con este bonito mensaje que acabo de escribir, animo a todo el mundo que se vea con ganas de vivir experiencias, a que haga un voluntariado, que aunque en mi texto no se llegue a entender eso, vale la pena.

Inés Salamanca